La presión por alcanzar la felicidad llena las consultas de psicología, que paradoja, cuanto mas nos exigimos ser felices, peor nos sentimos. ¡Quiero ser feliz!, un mantra en forma de mandato, un imperativo que ignora la realidad más básica de la vida, alcanzar la felicidad absoluta es imposible. Por muchas razones que expondré mas adelante. Muchas de las cuales tienen que ver con nuestra propia configuración como seres humanos. Pero antes vamos a contextualizar de donde surge y por que esta necesidad imperiosa de ser feliz y como se ha ido convirtiendo en un mal muy propio de nuestros tiempos.

Todo proviene de conceptos que se encuentran en bonanza cultural y social muy relacionados con los libros de autoayuda. Detrás de esto se encuentra un gran industria que mueve muchísimo dinero. Este tipo de publicaciones, en su mayoría pone en la persona la responsabilidad al cien por cien de la consecución de la felicidad. Y se refiere a ello como una elección personal, que a su vez provoca una inmensa sensación de culpabilidad, ya que las personas no tenemos el control absoluto acerca de los que pensamos o sentimos. Como mucho tenemos margen de control sobre lo que hacemos, pero esta industria nos lleva a pensar que podemos controlarlo todo. Sin tener en cuenta las múltiples variables que pueden influir a la hora de alcanzar lo que queremos o deseamos.

EL PAPEL DE LAS REDES SOCIALES

Como si fuera poco, además de tener que soportar los mensajes sociales acerca de como conseguir la felicidad mediante los libros de autoayuda y las frases motivadoras, se suman las redes sociales. Un espejismo más, que fomenta la comparación hacia arriba (con aquellos que tienen más que nosotros, más dinero, más belleza, más estudios, más seguidores) generando en las personas una insatisfacción permanente con la propia vida. Especialmente preocupante, es la influencia que tienen en adolescentes o adultos jóvenes (y no tan jóvenes).

¿POR QUÉ NO PODEMOS SER FELICES?

Existen varias razones por las cuales las personas no podemos ser completamente felices. Muchas vienen dadas por nuestra propia configuración cerebral y emocional como seres humanos, pasaremos a describir una a una.

1-Tenemos un amplio repertorio de emociones mal llamadas negativas.

Tenemos por un lado las emociones básicas universales: el miedo, la ira, el asco, la tristeza. Y por otro lado las emociones secundarias “negativas”: la culpa, la vergüenza y la envidia. En el espectro de emociones positivas solo contamos con la alegría y el amor. Resulta curioso que en nuestro equipaje emocional la dotación que nos ha sido dada sea de 7 emociones “negativas”, contra 2 emociones positivas. Si nuestra configuración emocional es así, tal vez es porque existe algún sentido en ello.

A lo mejor de cara a la supervivencia de la especie sea bastante útil disponer de miedo para enfrentarnos a las amenazas del ambiente. De ira para afrontar situaciones de injusticia, de tristeza para retraernos, reflexionar en soledad, disminuyendo nuestra actividad y así procesar mejor lo que nos esta ocurriendo y asco para poder evitar exponernos a sustancias o alimentos que puedan resultar perjudiciales.

Las personas en su afán por sentirse bien desarrollan una fobia al malestar y sus umbrales para el dolor psicológico bajan muchísimo. Haciendo que la vivencia de emociones desagradables se amplifique a la vez que se genera en la persona un enorme desgaste psicológico por luchar en contra de emociones que pueden ser toleradas sin mayor problema.

2-Al hombre de las cavernas poco le importaba la felicidad

A nuestros antepasados, hombres de las cavernas poco les importaría su mundo emocional y no estarían muy atentos utilizando el termómetro imaginario de la felicidad. Posiblemente las amenazas de medio y la necesidad de buscar alimento le mantenían bastante ocupado. Ha pasado ya bastante tiempo desde eso, pero de alguna manera nuestra configuración biológica es exactamente igual. Somos seres con fuerte sesgo hacia lo negativo, hacia aquello que no funciona.

Si no me crees podemos realizar un experimento: la próxima vez que leas la prensa, nota como tu atención se dirige hacia los titulares con mas impacto negativo y mayor carga emocional. Observa como los títulos y subtítulos del periódico suelen tener un fuerte contenido negativo. Cuenta el numero de noticias de carácter positivo que se presentan en dicha publicación y observa como de forma inconsciente sentimos fascinación por detalles de noticias terribles. Y si eres honesto contigo mismo podrás observar como la tendencia en nuestra naturaleza humana es hacia ese tipo de información. De no ser así las fake news no tendrían ningún tipo de éxito.

3-El precio que pagamos por tener lenguaje verbal es el del sufrimiento

Los animales, especies menos evolucionadas que nosotros, ya que carecen de lenguaje, tienen la felicidad y el sufrimiento mucho mas limitado que nosotros. La posibilidad de tener lenguaje nos permite anticiparnos al futuro (ansiedad), rememorar el pasado (tristeza), establecer relaciones causa-efecto, establecer jerarquías (comparar con otros, con el pasado, con el futuro, con lo idealizado), todo el sufrimiento y la felicidad humana provienen de la maravillosa facultad lingüística de la cual disponemos.  Entender una realidad tan básica nos ayuda a comprender por que somos insatisfechos por naturaleza y a dejar de culparnos por ello.

4-El ser humano necesita ser insatisfecho

Si los seres humanos consiguiéramos sentirnos satisfechos entonces jamás habríamos alcanzado los avances científicos y tecnológicos de los cuales disponemos hoy.  Es gracias a nuestra insatisfacción permanente que nos esforzamos por alcanzar la excelencia y ser mejores en aquello en lo cual nos desempeñamos.

Cuando te sientas mal por no ser tan feliz como se supone que “deberías” ser, entonces recuerda que no eres un robot, un animal o un marciano. Eres un ser humano y has de pagar el peaje por serlo. Esto no implica en ningún caso resignarse a una vida insatisfactoria o cargada de depresión o ansiedad. Esto implica ser capaces de aceptar e integrar nuestra condición humana y actuar en la vida a pesar del equipaje con el cual hemos de cargar. Dirigirnos hacia lo que es valioso para nosotros venciendo la falsa premisa que dicta que para hacer las cosas que queremos es necesario estar bien. Y si le damos una vuelta de tuerca y para estar bien en la vida hacemos aquello que queremos.

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