Uno de los motivos más frecuentes de consulta en el ámbito clínico obedece a la crisis vital derivada por la ruptura de pareja. Este tipo de situación resulta altamente estresante y supone un desajuste enorme para la persona, que se percibe en esos momentos en un estado de desorganización vital. Que implica verse arrastrado por emociones múltiples, muy complejas y en apariencia contradictorias entre sí, además de transitar por estados emocionales cambiantes, en los cuales puede coexistir el enfado, la tristeza, la culpa y el miedo.
Nuestra función
La persona entonces se siente enajenada, arrastrada por el mundo emocional y con la percepción de no saber quien es exactamente, e incluso llegar a tener la sensación de “estar perdiendo la cabeza”. Cuando eso ocurre los niveles de ansiedad aumentan y por ello una de las primeras estrategias a nivel terapéutico es validar y normalizar toda esa experiencia y enmarcarla dentro de lo esperable y natural en la situación de ruptura. Además de hacer saber a la persona que todo ese estado es transitorio, tiene fecha de caducidad, principio y fin. Aunque no sepamos exactamente cuanto tiempo va a pasar hasta llegar a la organización previa. Nuestra función como terapeutas es transmitirle que desde nuestra experiencia sabemos que ese transito por el duelo es un proceso que requiere un ajuste, pero que no es permanente en el tiempo.
Convertirnos en figura de seguridad
Una vez normalizamos la experiencia, pasamos convertirnos en figura de seguridad en la cual la persona puede volcar toda esa emocionalidad cambiante y dinámica. Eso implica permitir el máximo de expresión emocional, incluso al principio de la intervención será la persona que esta atravesando la perdida quien ocupe el mayor tiempo de la sesión hablando, expresándose, liberando todo aquello que le produce angustia. En un espacio seguro, sin juicio, libre de crítica y de evaluación.
Conforme la persona va ganando estabilidad a través de la expresión, normalización y validación emocional, entonces podemos pasar a una fase mas activa por parte del terapeuta en la cual empezamos a clarificar el esquema relacional aprendido que la persona trae desde la infancia. Por ejemplo, el esquema de miedo al abandono, el cual hace que la persona despliegue una serie de conductas para evitar ser abandonado, o el esquema de autosacrificio, si observamos que la persona tiene la tendencia a desplazar sus necesidades para satisfacer a la pareja y evitar el conflicto, o el esquema de grandiosidad, que implica que la persona requiere un exceso de atención por parte de la pareja y eso le impide ocuparse de las necesidades del otro.
AUTOPSIA PSICOLÓGICA DE LA RUPTURA
Cuando conocemos el esquema de la persona que llega a la consulta, pasamos a tratar de identificar el esquema de la expareja, con el fin de realizar metafóricamente hablando una autopsia psicológica, que nos permita depurar responsabilidades, intervenir sobre pensamientos de culpa o autocritica excesiva que estén incrementando el malestar e impidiendo la elaboración saludable del duelo, además estos pensamientos de culpa cuando son irracionales y no se trabajan pueden terminar siendo trasladados a una futura nueva relación de pareja.
Es importante determinar como es el perfil de la persona a la hora de relacionarse, que busca, cuales son sus expectativas, que espera cuando entra en una relación, cual es su ideal a nivel de pareja, cuales son los criterios y valores no negociables, de alguna manera se hace un viaje de autoconocimiento que permita a la persona esclarecer aspectos que serán fundamentales de cara a establecer una nueva relación, además de permitirle conocer que tipo de persona busca o por que se siente atraído por determinados perfiles, por ejemplo una persona con esquema de autosacrificio, la cual este dispuesta a aplazar sus necesidades o a ponerlas en segundo plano por su pareja, puede verse atraída por personas esquemas de grandiosidad, muy dadas a centrar la atención en si mismas y a pensar mas en sus propias necesidades y menos en las de la pareja.
CRECIMIENTO POST- TRAUMÁTICO
Si hay alguna experiencia que nos marca y nos permite adquirir múltiples aprendizajes es la ruptura de pareja. Es una situación vital altamente dolorosa, que implica una ruptura de esquemas, de creencias sobre uno mismo, sobre el mundo y sobre los demás. De esta situación se derivan grandes cambios, posiblemente se ganará en asertividad, autonomía, independencia y se generara la percepción de autoeficacia y de fortaleza al ser capaz de salir de una situación tan difícil. Si el trabajo en consulta esta bien hecho, la persona aprenderá a relacionarse de forma diferente, aprenderá de su esquema e intentará para no seguirlo autoperpetuando. Cuando estos aprendizajes se produzcan, hablaremos de crecimiento postraumático y seguramente será la propia persona quien perciba dichos cambios, dichos aprendizajes.
RESUMEN DE PASOS A SEGUIR
El primer paso como terapeutas entonces es acoger todo tipo de emociones. Estar muy atento a escuchar sin juicios, y transmitiendo en todo momento a la persona que su situación por difícil que sea, es un proceso y es transitoria. Posteriormente pasamos a identificar los esquemas de relación de la persona y de su expareja con el fin de identificar creencias, expectativas, ideas, etc.. Haciendo énfasis permanentemente en el crecimiento postraumático y en la confianza como terapeutas de que ello será así sumando tres ingredientes: el tiempo, la capacidad de afrontamiento que tenemos los seres humanos para reponernos ante la pérdida y la ayuda del terapeuta para clarificar cuestiones que la propia persona no puede ver en ese momento.